Actualmente se discute en instancias internacionales sobre si los países pobres deben tener acceso a la obtención de recursos para adquirir las vacunas contra el covid-19 y así minimizar las altas tasas de morbilidad que presentan estos países.
Tradicionalmente los países Desarrollados han tomado la delantera en este sentido, por cuanto los inmensos recursos financieros que poseen les han permitido producir en masa cientos de millones de las vacunas creadas para tal fin, a través de las firmas farmacéuticas establecidas en dichos países. Y eso se puede apreciar en países como Estados Unidos, Rusia, Inglaterra y China, quienes prácticamente se han apoderado del mercado mundial en la producción de estas vacunas, respaldadas por los conocidos laboratorios de las Farmacéuticas Pfizer, Johnson and Johnson, y Astra Zeneca, principalmente.
En este sentido el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica el Papa Francisco ha dado declaraciones en donde manifiesta su deseo de que se liberen las patentes de las vacunas contra el covid-19, basado en Principios de Justicia Social, subrayando la necesidad de abandonar el individualismo y apoyar el común.
Tal deseo de Su Santidad han tenido el apoyo de la Asesora Comercial de los Estados Unidos Katherine Tai y de La presidente de la Comisión de la Unión Europea (UE), Úrsula Von der Leyen quienes ha afirmado que los organismos que representan están dispuesto a discutir la abolición de los derechos de propiedad intelectual de las patentes de vacunas contra el coronavirus.
Tal posición no es compartida totalmente por los representantes de las empresas farmacéuticas, tal como lo afirma un vocero de la firma alemana BioNTech, quien declaró que renunciar a la propiedad intelectual para aumentar la capacidad de producción de las vacunas contra la COVID-19 no es la forma correcta de aumentar la producción, sino que se deben otorgar licencias de producción.
Si tomamos en consideración la situación de los países latinoamericanos encabezados por Brasil, Argentina y México, estos han establecido contactos con Rusia y China para producir en sus países las vacunas y así tener en forma directa derecho a la producción y distribución de las vacunas en sus respectivos países, así como también al resto de la región.
Desde el punto de vista geopolítico países como Rusia y China le han sacado ventaja a Los Estados Unidos de Norteamérica en esa relación con esos países latinoamericanos y asi ir creciendo en su área de influencia, ofreciéndole ciertas facilidades como líneas de crédito en sus condiciones para la consecución de las vacunas, inclusive han hecho donaciones de cientos de miles de vacunas.
Si tomamos en cuenta ciertos organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la OMC (Organización Mundial del Comercio) , El FMI (Fondo Monetario Internacional) y El Banco Mundial, estos a través de sus voceros han manifestado que “ los líderes mundiales deben asumir un “nuevo compromiso” para trabajar por una distribución más equitativa de las vacunas contra el covid-19 en todo el mundo si quieren derrotar esta pandemia.
El sistema COVAX, apoyado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) fue creado para compartir vacunas con los países más pobres, pero los países más ricos o desarrollados firmaron contratos directos con la industria farmacéutica y han acaparado la mayor parte de las vacunas disponibles hasta ahora.
A los primeros días de Junio 2021 Los Estados Unidos , a través de sus voceros han manifestado que han vacunado más del 50,5 % de su población. En sentido opuesto los países latinoamericanos, en su mayoría, muestran indicadores muy por debajo de ese porcentaje, lo cual refleja la enorme desigualdad en el acceso a las vacunas.
La historia no ha acabado, la pandemia parece que seguirá un tiempo más en el mundo, y nos tocará presenciar cual será el desenlace que tendrá lo relativo a la distribución de las vacunas entre los países de menos recursos o pobres.